São Paulo, EFE.- El Pecera de la ciudad brasileña de São Paulo presentó este jueves al público a Nur, la 1ra osezna polar nacida en América Latina y una de las pocas crías en cautividad que existen de esta especie amenazada por la disputa climática.
Los termómetros fuera del Pecera ya marcan los 30 grados a las 10.30 de la mañana (13.30 GMT), cuando en el interior Nur se decide a salir de la cueva donde ha pasado la noche y a dar una vuelta por el recinto refrigerado de roca falsa y agua que es su casa.
La osezna, de tres meses y cerca de de medio metro de longitud, se mueve a trompicones mientras intenta seguirle el paso a su mamá, Aurora, una osa de 263 kilos y dos metros de cúspide que nació en libertad en la región polar rusa antiguamente de quedarse huérfana y ser llevada al zoológico.
Nur, que significa ‘luz’ en árabe, se acerca con cuidado al borde de la roca y contempla desconfiada la superficie del agua, sin osar todavía meter la pata.
«Tuvimos suerte de que la madre desplegara un instinto perfecto con Nur y el equipo no tuvo que crear ningún tipo de intervención, que es lo ideal», cuenta Reisfeld en una entrevista con EFE.
Tan pronto como seis osos polares nacieron en cautividad el año pasado en el mundo, mientras que la Alianza Internacional para la Conservación de la Naturaleza estima la existencia de 26.000 animales de esta especie amenazada por el calentamiento global y el consecuente deshielo del Ártico.
Para tratar de aproximar el recinto al hábitat natural de la especie, 18 grandes máquinas de flato acondicionado mantienen la temperatura animación y del agua en torno a los 15 grados.
Adicionalmente, cuando golpean olas de calor como la que padece São Paulo esta semana, el techo del recinto se encuentra cerrado para no dejar escapar el fresco.
«Sabemos que no se sentirían cómodos con temperaturas como estas, por lo que trabajamos con temperaturas más controladas», explica Reisfeld.
Antaño de obtener a los primeros osos polares en 2015, el director del Pecera, Anael Fahel, reconoce que el equipo estuvo «totalmente falto de experiencia» y que el animal hidrológico más grande con el que lidiaban fue el lobo marino.
El Pecera tuvo que apoyarse en el zoológico de la ciudad rusa de Kazán, donde en la última década viajaron varias veces los cuidadores brasileños para obtener asesoramiento técnico sobre cómo ocuparse de los osos.
Pese a las críticas que reciben los zoos, Fahel defiende que su labor es «muy importante» para proteger la reproducción de la especie delante un futuro incierto, y pone como ejemplo el nacimiento de Nur.
«Ahora, muchos zoológicos nos preguntan cómo lo logramos», asegura a los periodistas.
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