SANTO DOMINGO.- El sueño indiano continúa siendo un anhelo para miles de dominicanos, pero la travesía por la Vuelta por México es una envite arriesgada que en muchos casos se convierte en una pesadilla. En su indagación para el programa Bajo el Foco, la periodista Pamela Rojas documentó el testimonio de Wilkins Hernández, un adolescente de Jarabacoa que dejó todo atrás con la esperanza de una mejor vida, pero encontró un camino marcado por el peligro, la fraude y la desesperación.
El apertura de una travesía costosa y peligrosa
Wilkins, un adolescente de 27 años, decidió partir hacia EE.UU el 20 de mayo de 2024, dejando su trabajo en ebanistería y pintura para intentar alcanzar el sueño indiano. Para ello, tuvo que vender su pasola, una cadena y otros objetos personales, logrando reunir casi nada 600 dólares, un monto insuficiente para la travesía que le esperaba.
El primer golpe económico lo recibió con el pasaje vaporoso a El Salvador, por el que pagó 1,000 dólares. A su llegada, un coyote ya tenía su foto y la de otros migrantes en su teléfono, preparado para recibirlos y llevarlos en una larga travesía que incluyó 17 horas en carretera hasta la frontera con Guatemala.
En ese punto, su grupo de 17 personas (entre ellos 5 dominicanos) llego a ser perseguido por autoridades guatemaltecas, pero un soborno de 200 dólares por persona permitió que continuaran su camino. Esta llego a ser la 1ra evidencia de que la fraude no es exclusiva de RD, sino un sistema estructurado en toda la ruta migratoria.
El control de los carteles y la brutal realidad en la Vuelta por México
Ya en territorio mexicano, se encontró con el poder de los carteles, quienes controlan el tráfico de migrantes. Para moverse dentro de México, debía pagar 7,000 dólares, siete veces más de lo que había gastado en su boleto de avión. Reunir ese dinero le tomó más de un mes, en un entorno hostil donde cada movimiento dependía de pagar la suma exigida por las organizaciones criminales.
Debido al control de los puntos fronterizos, la única opción viable para continuar fue un viaje de 20 horas en lancha rápida por mar rajado, una experiencia aterradora que Wilkins describe como un enfrentamiento con la la defunción inminente. Desde el trayecto, vio delfines y ballenas, pero el miedo a naufragar lo mantenía en vilo.
El cruce del Río Bravo: Un paso entre la vida y la la defunción la Vuelta por México
«Cuando estábamos cruzando el río, me tropecé con una piedra y me fui de cabeza con la niña», relató, recordando el pánico que sintió en ese instante.
Finalmente, logró pisar territorio estadounidense, pero la odisea estuvo lejos de terminar.
El recibimiento en EE.UU: Un choque con la realidad
Al ingresar a EE.UU, Wilkins y su compañero dominicano fueron retenidos por ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas), quienes les embargaron sus documentos y los trasladaron a un centro de captura. Allí, fueron sometidos a un proceso de verificación y Wilkins llego a ser esposado con cadenas en las manos, la cintura y los pies, como si fuera un criminal de parada perfil.
Luego de semanas en captura, llego a ser liberado con un grillete electrónico, mientras su compañero llego a ser deportado. Con ningún documento de identificación, sin dinero y sin apoyo familiar, Wilkins intentó buscar trabajo en Nueva York, pero su requerimiento de irregular solo le permitió trabajar dos semanas antiguamente de quedarse sin empleo.
El frío, la falta de oportunidades y el deserción lo llevaron a darse cuenta de que su sueño indiano se había convertido en su peor pesadilla.
El regreso a casa y una lección de vida
Sin opciones y sin fondos, Wilkins decidió regresar a Jarabacoa. Con ayuda de amigos para pagar su vuelo y una carta de ruta emitida por el Consulado de RD en Nueva York, emprendió el camino de vuelta con una nueva perspectiva.
«Allá todo el mundo es diferente, no hay nadie para nadie, ni siquiera la familia te ayuda», manifestó con resignación.
Ahora, de vuelta en su país, Wilkins está decidido a trabajar por sus sueños y producir ingresos que le permitan brindar apoyo a su familia, especialmente a su madre.
Un testimonio que refleja la dura realidad
La historia de Wilkins Hernández no es única, sino una presenta de la cruda realidad que enfrentan cientos de dominicanos que buscan en la Vuelta por México una salida a sus problemas económicos, sin conocer los riesgos que esto implica.
El sueño indiano es para muchos una quimera, pero para quienes han vivido su pesadilla, la lección es clara: lo que parece una oportunidad puede convertirse en una condena.
La Vuelta por México
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