Washington.- El yemení Mansoor Adayfi pasó 14 años en Guantánamo y acabó liberado sin cargos. Junto a él, otros 15 antiguos reos critican que la Oficina de Donald Trump haya ampliado el uso de la base naval para decomisar a migrantes sin documentos: «Nadie merece ser arrojado a un sistema creado para borrarlos», dicen en una carta abierta.
«Guantánamo no es sólo una cárcel: es un puesto donde se deforma la reglamento, se despoja de la dignidad y se oculta el sufrimiento detrás de alambres de púas. Lo vivimos. Conocemos el ruido metálico de las puertas, el peso de los grilletes y el silencio de un mundo que miraba hacia otro lado», apunta esa misiva a la que EFE tuvo golpe en exclusiva.
La carta está impulsada por Adayfi, coordinador del Proyecto Guantánamo dentro de CAGE International.
Guantánamo, según añade este en entrevista con EFE, «es un agujero negro. No se le puede llamar prisión o centro de captura porque eso significa que hay ciertos derechos».
Su organización, con sede en Londres, indica desafiar la «opresión estatal inspirada» en la «Disputa contra el Terrorismo» emprendida luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. (11S), donde murieron unas 3.000 personas.
CAGE International defiende el derecho a un debido proceso y en el pasado ha criticado intentos de manchar su reputación por los casos que lleva.
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) opera allí durante años un centro de retención administrado de manera independiente a la prisión destinada a sospechosos de yihadismo, pero hasta ahora este solo había recibido un número limitado de personas interceptadas en el mar, en su mayoría de Haití y Cuba.
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«Esta orden no sólo permite la injusticia, la certifica. Detener a migrantes en Guantánamo les niega protecciones constitucionales, atrapándolos en el mismo limbo legal que soportamos. Esta equívoco deliberada permite el injusticia, tal como sucedió con nosotros. Sabemos de 1ra mano qué sucede con un sistema diseñado para quebrar a la gente», dicen los antiguos rehenes.
Entre ellos están el marroquí Ahmed Errachidi, los argelinos Lakhdar Boumediene y Sufyian Barhoumi, el tunecino Hisham Sliti o los británicos Tarek Dergoul, Moazzam Begg, todos ellos repatriados sin cargos.
Para el grupo firmante, mandar a migrantes a Guantánamo no es cuestión de seguridad.
«Se trata de poder y control y de utilizar la oscuridad de Guantánamo para esconder otra injusticia más», agregan.
A principios de mes un grupo de 15 organizaciones a favor de los derechos humanos, incluida la Alianza Saco de Libertades Civiles (ACLU), pidieron de suceso al Gobernamiento tener golpe a los migrantes enviados allí, denunciando falta de transparencia sobre su situación legal.
Los primeros presos asistieron a Guantánamo en 2002, en el marco de esa ‘Disputa contra el Terrorismo’ lanzada por el expresidente republicano George W. Bush (2001-2009) luego de el 11S. De los cerca de 780 que llegó a haber, quedan 15, de los cuales solo dos han sido condenados.
Para los exprisioneros que secundan la misiva, no cerrar esa prisión ni tener en cuenta su legado ha permitido tanto que las injusticias continúen como «su expansión».
Trump prometió mandar allí «a los peores inmigrantes irregulares criminales que son una amenaza para el pueblo estadounidense».
«Nos negamos a permitir que otros sean tragados por la misma pesadilla que nosotros soportamos. Nadie merece ser arrojado a un sistema creado para borrarlos. No dejaremos de hablar ni de luchar. No permitiremos que se repitan los horrores de Guantánamo», aseguran los antiguos reos.
Su mensaje es claro. No solo quieren el cierre de la prisión y la revocación de la orden ejecutiva, también advierten a la Oficina de Trump que se hará justicia. «Algún día rendirá cuentas».
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